lunes, 30 de mayo de 2022

Lágrimas en la lluvia

 



Lágrimas en la lluvia


Se ha inventado una nueva forma de tormento: ver los informativos de televisión, oír la radio que al instante te ofrece la tragedia o bien  ojear la prensa escrita que, más lenta, insiste en lo que ya los otros dos medios te informaron.

Pero la hora terrorífica es la de los informativos de las televisiones, que sin piedad alguna, con una frialdad inmisericorde, te vomitan desde la boca rectangular –con todo lujo de sádicos detalles– toda la maldad, el crimen, la violencia, la falta de escrúpulos, las continuas mentiras políticas… Luego lo adornan un poco con algún deporte, fútbol principalmente o tenis…

Hay, sin embargo, noticias irresistibles: la muerte violenta de los niños en Ucrania o en Texas. ¿Qué dios menor dirige todo este planeta-basura? ¿Quién ordena que la maldad se imponga?

Lo doloroso no es morir aquí o allá, sino sin gloria; y no hay gloria para centenares de criaturas, son  sólo niños, relicarios de lo más puro que la humanidad conserva. Han roto en primavera las ramas de arbolillos en flor.

En Uvalde, un pueblo de la zona rural de Texas habitado por pobres gentes, un asesino sin piedad, sádico, demoníaco, ha destrozado a 19 niños y a sus dos maestras. ¡No puedo sufrir tanto dolor, tanta tristeza, tanta injusticia!

Pronto será olvidada, desde la frialdad sin alma, como los centenares de atrocidades con que nos obsequian desde la boca sucia de la pantalla rectangular. En mí siempre se quedará un rasguño sangrante en el alma, un daño permanente en mi conciencia. ¿Qué dios menor gobierna todo esta inmensa desgracia? Maldición eterna para quien lastime a un niño, a una niña, seres angelicales que sólo necesitan un poco de pan, un poco de paz y un asomo de alegría en sus sorprendidos ojillos.

El hombre de Galilea, el mejor hombre de todos los tiempos que hubo sobre la Tierra, pedía que dejaran a los niños acercarse a Él, porque de ellos era el reino de los cielos, e insistía: El que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar (Mateo 19:14).

Pero no se contentan con escandalizar, los ametrallan sin conciencia alguna en el diabólico teatro del pánico. ¡Pobrecitos míos!

Maldigo a este indecente siglo XXI, tan perdido, tan mentiroso, tan sin rumbo, tan miserable, tan sin conciencia.

Recuerdo un pequeño pensamiento de la película Blade Runner (1982), film enfermizo que retrata a una sociedad de cazadores y replicantes, al que Vangelis puso una inquietante y desgarradora música: “Todos estos muertos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.

Granada, 30 de  mayo del año 2022.

Jacinto S. Martín



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