EN TANTO QUE DE ROSA Y AZUCENA...
SONETO XXIII
Desde los quince años, siempre llevé conmigo el soneto XXIII de Garcilaso. Fueron tiempos de soledad en un internado casi hitleriano en Osuna, donde siempre reza el viento. Nunca comprendí, sin embargo, el exacto sentido de atrapar el día, y quedé sin saber de qué trataba la pequeña felicidad de aprovechar el tiempo. En clase alguien dijo que a Audrey también le gustaba el tema del "carpe diem".
Carpe diem es una locución latina, concebida en el siglo I a.C. por el poeta romano Horacio en sus odas, cuya traducción literal es "aprovecha el día" o "cosecha el día", en el sentido de aprovechar el tiempo y no malgastarlo. Es un tema-tópico de la literatura universal que cobró especial importancia en la Edad Media, en el Renacimiento y en el Barroco. En la Edad Media y en el Barroco era entendido como "vive el momento porque vas a morir pronto". En el Renacimiento se entendió como "vive el momento porque vas a envejecer pronto".
El tema-tópico horaciano volvió a cobrar vida en el poema "Collige, virgo, rosas", escrito por el poeta latino Ausonio en el siglo IV. y cuya traducción podría ser "Corta, doncella, las rosas..." o literalmente "Coge, doncella, las rosas..." Este tópico literario ha llegado hasta nuestros días. Luis Alberto de Cuenca, reciente premio internacional de poesía FEDERICO GARCÍA LORCA - 2021, tiene un poema titulado "Collige, virgo, rosas".
Audrey, Nefertiti renacida, perfecto blanco de Cupido, atrapa, mientras sube por las escaleras de mármol, el último rayo de sol. Como soy
un ordenado anarquista, he reconstruido el viejo consejo a Audrey de atrapar el tiempo con la solitaria libertad que
siempre me acompaña.
SONETO XXIII
En tanto que, febrero
ya cumplido,
el tiempo anuncia luz
y nueva vida
y en tanto que, la
tarde despedida,
me ennegrezco de noche confundido…
Y en tanto que el
cabello recogido
rescata a Nefertiti
renacida,
confirmada solemne en
la subida
como blanco perfecto de Cupido…
Pues hoy es un
adverbio ya perdido,
atrapa el rosa último del sol
y dale gracias por
haber vivido,
y guárdate en secreto,
dulce dama,
garcilasiana musa de
charol,
la solitaria voz de quien te llama.
Granada, febrero del año 2005
Jacinto S. Martín
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