FUGA
DE CEREBROS
La exportación de
cerebros existió siempre. Todo cerebro, con persona incluida, cuando se sentía
valioso, o se iba por su cuenta, o se lo llevaban, o lo expulsaban.
No sólo ocurría con el brain drain, sino también – cuando el
brazo era más poderoso que el cerebro – con el arm drain, o exportación de braceros en mayor número.
Nuestro país, ¡pobre
España¡ , ha sufrido con la ‘bienaventurada’ mansedumbre de siempre a quienes
tenían poder para llevarte lejos por las buenas, o expulsarte por las malas. A
veces la situación no se debatía entre las dos opciones, sino que primaba la
voluntad de irse.
Entre los gallegos
siempre triunfó esta tercera opción, de modo que en la actualidad 147.868
gallegos – según las últimas estadísticas – se asientan en los más variados
lugares del mundo. La emigración gallega es tan poderosa, que los españoles son
llamados gallegos en Hispanoamérica.
Cuando al poderoso de
turno no le petaba la situación, por motivos reales o imaginados, decretaba la
expulsión, segunda forma de evitar problemas. Así ocurrió con los Reyes
Católicos que por el Decreto de Granada decidieron la expulsión de los judíos
en 1492. El número de expulsados osciló entre 50.000 y 150.000, que en penosísimas condiciones marcharon a los Países Bajos,
Italia, Turquía o el norte de África.
Fue una exportación de los mejores cerebros del arte, la medicina o la banca,
que descapitalizó a la pobre España, que nunca tiene la culpa de tener los
dirigentes que tiene.
Así que, ya descapitalizados,
a Felipe III se le ocurrió la segunda expulsión la de los arm drain moriscos, moros
convertidos a la fe católica, unos 300.000 entre 1609 y 1613, esto es, nos
quedamos sin brazos que cultivaran el campo.
Los historiadores
insisten en las dos expulsiones, la de
los judíos y la de los moriscos; y sin embargo, casi se oculta la tercera expulsión,
la de medio millón de republicanos que tuvieron que huir de España tras la
instauración de la dictadura franquista. Ocurrió después de la guerra ‘incivil’ que
mató a 300.000 soldados (republicanos y nacionales). Durante el conflicto los
republicanos mataron a unas 50.000 personas (Entre ellos 4.184 sacerdotes, 2.365 frailes, 3.000 seglares católicos, 283 monjas y 13 obispos); en la
posguerra, los nacionales asesinaron a casi 140.000 personas.
¿Qué se puede hacer con
un país tan salvaje!
Al dictador de turno,
que – contra toda regla – colocó el ísimo a la palabra general, se le ocurrió
penalizar aún más a los supervivientes, y para reflotar la maltrecha economía
de guerra mandó, en la década de los sesenta del pasado siglo, a más de dos
millones de españoles a Alemania. El dinero enviado por aquel número de
anónimos héroes y la incipiente industria turística equilibró las finanzas del régimen.
Como la pobreza era
casi total, la inmigración interior llevó a Cataluña a casi un millón de
andaluces, que levantaron la maltrecha burguesía catalana. Barcelona, la
grande, se convirtió en la novena provincia andaluza. Algo parecido, en menor
número, ocurrió con Madrid. Muchos andaluces fallecieron sin poder volver a sus
tierras. Todos sabemos que en realidad murieron el día que se marcharon.
Ahora siglo XXI la fuga
de cerebros se impone a la fuga de braceros. España e Italia encabezan el brain drain dentro de la Unión Europea y
ocupan los primeros lugares en The United States of America.
Los cerebros huidos se
hicieron más poderosos al dejar el país que los expulsaba: Joyce idealizó
Dublín desde Suiza; Cernuda dulcificó Sevilla desde México; Marx fue más útil a
los obreros alemanes desde Londres; Juan Ramón Jiménez inmortalizó a Platero desde
Puerto Rico; Rafael Alberti eternizó a Roma y a su arboleda perdida en el
Puerto de Santa María desde la ciudad eterna; José Martí impulsó la Revolución
cubana desde Estados Unidos; Andrés Bello transformó la gramática española
desde Inglaterra; La polaca Marie Curie descubrió desde Francia el radio y el
polonio; Rubén Darío llevó a España la
transformación del verso desde Francia…
Cuentan fuentes mal
informadas que hace unas semanas un OVNI aterrizó en el centro de la Carrera de San
Jerónimo, muy cerca del Congreso de los Diputados, tan cerca que uno de los
alerones rozó la cabeza de uno de los leones. Buscaban cerebros medianamente inteligentes de los que aún quedaban en nuestra patria. Siguen contando las referidas
fuentes que se mantuvieron en tierra unos cinco minutos. Cuando se dieron
cuenta de que no había vida inteligente en un kilómetro a la redonda que
hiciera posible la comunicación razonable, se marcharon dejando una corona de
luces, rojas, verdes y blancas, en el cielo de Madrid.
Granada, 8 de julio
del año 2021
Jacinto S. Martín
Hombre, es que esos extraterrestres aterrizaron en sábado. Si hubieran aterrizado en día de pleno del Congreso, podrían haberse llevado unos cuantos cerebros, pero eso sí, se ruega, sin los dividuos que los acompañan. ¡Total, para lo que les sirve!
ResponderEliminarEmigrar, voluntaria o forzosamente, es enfrentarse al caos y al desorden, a la nada. Te lo digo por experiencia. Respecto a los ETs aterrizados frente al Congreso, ¿para qué querían semejantes cerebros?, como no fuera para autodestruirse por pura desesperación... Bien es verdad que cada uno se suicida como le da la real gana, y si a los ETs les gusta martirizarse por puro masoquismo, ese es su problema.
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