SEIS POEMAS GALEGOS (1935) de F.
García Lorca - Traducción al español de Jacinto S. Martín
El libro ‹‹Seis Poemas Galegos››
de Federico García Lorca es un distinguido hito en la obra del poeta granadino.
Es el libro más leído de la literatura gallega. Publicado por primera vez en
1935 por la editorial Nós (fundada por Ángel Casal), un año antes de la muerte
de Federico, estos seis poemas son el resultado del acercamiento de Lorca a
Galicia.
Tres visitas, dos en 1916 y 1917
cuando acompañó a don Martín Domínguez Berrueta, catedrático de Teoría de la
Literatura y de las Artes, por Andalucía, Castilla y Galicia como estudiante, y
una tercera en 1932 ya como literato reconocido, fraguaron en Lorca una
particular fascinación por la idiosincrasia gallega y su idioma, que utilizó
para ahondar en diversos aspectos de la realidad de aquella tierra: Compostela,
Rosalía, la emigración gallega a Argentina, una romería, el suicidio de un
adolescente, o la mortal premonición de la luna en la Quintana dos Mortos.
Los Seis Poemas Galegos, según Francisco
Umbral, son “la muestra de su maestría para extraer la médula lírica de
cualquier idioma”. Los poemas son muy eufónicos y fáciles de entender para
cualquier lector en lengua española. La edición de Nós cuenta con una galería
gráfica de ilustraciones, que firma Henrique Alvarellos.
Los Seis Poemas Galegos son un
documento único de uno de los más renombrados poetas españoles del siglo XX.
‹‹Seis poemas galegos›› es una
colección-homenaje al paisaje y a la lengua de Galicia. Fueron escritos entre
1932 y 1934. En el prólogo realizado por Eduardo Blanco Amor, el escritor y
periodista gallego formado en Argentina, nos da a conocer la carta que le mandó
Federico: “La verdad es que, a pesar de haberme leído la obra de Curros y la de
Rosalía, el gallego lo aprendí en los vocabularios ‘precaucionales’, que añades
a tus libros de poemas. Debes ser tú, por lo tanto, quien ordene estos y quien
los edite y quien los prologue. Y ya está. Y ya se acabó. Y no me hables más de
esto hasta que me traigas el libro”.
Hechos con cierto desgaire,
Eduardo Blanco Amor tuvo que sacarlos del dorso de unos recibos, desenredarlos
de entre las líneas de un telegrama o desentrañarlos del comunicado de una
carta. Junto a los cinco poemas confusamente escritos, Lorca envió a Blanco Amor
un recorte de prensa del ‘Madrigal â cibdá de Santiago`, publicado por El
Pueblo Gallego en 1932.
Se veía que habían sido escritos
en una serie de urgencias, en el momento caprichoso en que se le ocurrían al
poeta granadino. No son, pues, versos eruditos, sino tan naturales, tan
inspirados como los que salen en su idioma de siempre.
El librillo es un homenaje al
paisaje y a la lengua de Galicia. Federico, admirador de Rosalía de Castro, de
Eduardo Pondal, de Manuel Curros Enríquez y de Valle-Inclán, así como de los
poetas medievales gallegos Meendiño y Martín Codax, y de los poetas portugueses
Luís de Camões o Gil Vicente, escribió su obra a raíz de los viajes realizados
por Lorca a Galicia desde 1932, aunque Galicia, su cultura y sus paisajes,
entraron a formar parte de la vida y los recuerdos de Lorca desde su primera
visita en 1916 con Domínguez Berrueta.
En 1917 escribió en un artículo:
“Se comprende, viendo el paisaje de Galicia, el carácter triste de sus
habitantes y de su música, que dice de penas, de amores, de imposibles”. Al
repertorio de canciones que tocaba y cantaba en los conciertos íntimos que
ofrecía a sus amigos se incorporaron cantigas, romances y canciones del
folclore galaico-portugués.
En su conferencia sobre Góngora
(«La imagen poética de don Luis de Góngora», 1926) demostraba tener
conocimiento de los tres cancioneros que recogen casi la totalidad de la
producción lírica galaicoportuguesa entre los siglos XII y XIV: el Cancioneiro
da Vaticana, el Cancioneiro Colocci-Brancuti y el Cancioneiro de Ajuda.
En 1928, en su conferencia «Las nanas
infantiles», aparece de nuevo su interés por las canciones populares de
Galicia. Poesía Nos. 14-15. Enero - Diciembre 2020.
Lorca tenía en Madrid varios amigos gallegos:
el musicólogo Jesús Bal y Gay, los poetas Eugenio Montes, Serafín Ferro y el
joven Ernesto Pérez Guerra, quien ejerció una mayor influencia sobre Federico.
Acendrado nacionalista gallego, Pérez Guerra fascinaba a Lorca por su
prestancia física, por su vitalidad, por su inteligencia y por la pasión con la
que hablaba de Galicia y cantaba canciones gallegas.
En 1932, de vuelta en Galicia, Lorca estaba preparado para el reencuentro con un país que, según su biógrafo Ian Gibson, no había ‘dejado de subyugarle desde lejos’. Su entusiasmo durante su visita a Santiago de Compostela no conocía límites. Tres meses después, se montaba el tablado de la compañía ‘La barraca’ en la pequeña plaza de la Quintana, que él llamaba ‘la plaza-butaca’, el lugar donde hace danzar a la luna en su “Danza da lúa en Santiago”:
¡Fita aquel branco galán, ¡Mira aquel blanco galán,
olla seu transido corpo! Mira su transido cuerpo.
É a lúa que
baila na Quintana dos mortos. Es la luna que baila en la Quintana de los
muertos. (Traducción de M. García Posada).
A finales de otoño de 1932 la
revista Yunque publicó el ‘Madrigal â cibdá de Santiago’ en su número de
diciembre, que salió a la venta el día 6 del mes. De allí lo tomaron ese mismo
mes El Pueblo Gallego de Vigo, la revista Resol de Santiago y el diario El Sol
de Madrid. En 1933 Pérez Guerra presentó a Lorca a Eduardo Blanco Amor, quien
dos años después se encargó de la publicación de los Seis poemas galegos,
prologando la obra y entregando los poemas al editor Ánxel Casal.
Ernesto Guerra da Cal
(Ferrol,1911 - Lisboa,1994), galleguista, catedrático de la Universidad de
Nueva York, crítico literario y traductor en la ONU (el primero que tradujo la
obra de Pessoa al inglés), fue el amigo indispensable para la elaboración de
los ‘Seis poemas galegos’.
Guerra da Cal declaró a Eduardo
Blanco Amor, en una carta de 1949, haber actuado como diccionario viviente y
poético para que Federico pudiera componer estas piezas magistrales. El poeta
granadino le preguntaba continuamente cómo se escribían las palabras o cuál era
su significado. Carlos Durão fue más allá y aseguró que la factura de los
poemas gallegos de Lorca arranca de Guerra da Cal. Fueron, pues, Pérez Guerra,
Eduardo Blanco Amor y Ernesto Guerra da Cal, los principales ayudantes de
Federico en la composición de su obra.
Pese a la gran admiración de
Blanco Amor hacia el poeta granadino su relación no fue estrecha. A su vuelta
de Argentina, Lorca reemprendió la composición de sus poemas gallegos con la
colaboración de Pérez Guerra tarea que se vio interrumpida por la confección de
su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, completado a finales de octubre de 1934.
La publicación de los poemas fue anunciada por la revista Nós, en su número
correspondiente a mayo-junio de 1935, entre las nuevas obras publicadas de la
editorial. El colofón del libro lleva, sin embargo, fecha del 27 de diciembre
de 1935.
Granada, 15 de diciembre de 2020
Jacinto S. Martín
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