TARDE
DE ABRIL, 1957
Era jueves santo.
Llovía. Mi madre me preparó la túnica y la capa, me cosió bien el escudo y me ordenó que hiciera la estación de
penitencia. De la iglesia de Santa María
Magdalena fuimos a la del Cristo. Allí estaba rezando cuando de pronto,
posiblemente se condensara el tiempo, me vi rodeado por los hermanos del Santo
Entierro. Náufrago verde entre tanto negro, abandoné la iglesia para intentar
saber dónde estaban los míos. Desde entonces los busco en la vieja memoria de
las cosas sin encontrarlos.
A mi hija Aixa María, perfumada por el mar de
Cádiz, y a mi sobrino Jesús, que se ríe mejor que nadie.
Es primavera azul y te has
perdido.
Nazareno, ¿adónde vas tan
serio?
¿Aún no sabes aclarar el
misterio
entre tanta negrura confundido?
La ropa blanca y verde, esta
mañana,
se preocupó tu madre de
plancharte
y vas tú, ¡que dan ganas de
pegarte!,
te arrodillas y rezas con desgana…
Y de pronto, ¿en qué estarías
pensando?,
lo que era un mar de color
verde y blanco,
se hizo de negra noche dolorosa.
Terminó la ‘estación’, isla
en un banco,
y te quedaste solo, naufragando,
en la tarde de abril, dorada y rosa.
Jacinto S. Martín
Terminó la ‘estación’, isla en un banco ,y te quedaste solo, naufragando, en la tarde de abril, dorada y rosa.
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