lunes, 29 de marzo de 2021

A Cristo hombre



ARAHAL

(Viernes en la iglesia del Cristo)

Las manos derrotadas mendigan caridad. Piden misericordia las vencidas manos. Observo al Cristo-Hombre: no hay lirios en la alameda de su espalda, sólo moradas huellas de dolores ciertos; no he visto a Dios, tan sólo veo a un hombre, que atenazando en sierpes sus cabellos se inclina hacia la tierra en desamparo; no he visto rojas amapolas en las oscuras sienes, sino sangre… He visto sólo a un hombre derrotado, al carpintero  amigo del mar de Galilea. Pedir ayuda a un hombre derrotado es una ofensa. En comunión con su dolor humano, en el silencio de la capilla en sombra, intento socorrer su desventura.

 

                                A CRISTO-HOMBRE

 

                         Perdóname la ofensa de pedirte

                        y déjame sentirme hoy tu amigo;

                        déjame estar sentado aquí contigo,

                        pues ya no sé qué hacer ni qué decirte.

 

                        En silencio me quedo por no herirte

                        con las torpes palabras que te digo,

                        pero libra tus manos, ven conmigo,

                        dame fuerzas, Señor, para seguirte.

 

                        En el secreto oculto de las cosas

                        siempre se ven espinas, nunca rosas,

                        y eterna soledad en desventura.

 

  Por eso estoy mirándote a los ojos,


  pero hay sangre y no claveles rojos

                      e intento socorrerte en tu amargura.

 

                        (Jacinto S. Martín, Sonetos de primavera)

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