LAS PEQUEÑAS FELICIDADES
I am the master of my fate: I am the captain of my soul. / Yo soy el dueño de mi destino: Yo soy el capitán de mi alma. (Nelson Mandela)
Los informativos nos
dicen que Pilar González Bres, una madre de dos hijos, profesora de Matemáticas en Marbella,
ha muerto unos días después de ser vacunada con Astra-Zeneca. ¿Quién nos paga
el dolor?: ¿La insensible industria farmacéutica, más poderosa que la industria
bélica, que todo lo mide en dólares?, ¿los ineficaces políticos españoles que
van a lo que sale?, ¿la prensa que busca el morbo de la noticia?
La tristeza no nos
abandona a los ‘sufridores universales’ para quien una persona nunca es ajena y
nos duele su muerte. Este presunto homicidio culposo, esta muerte por imprudencia
estadística, debe tener un responsable. ¿Quién les paga a los niños que han
heredado una infancia sola y dolorida?
¿Quién les paga el dolor?
Advertimos que la
ineptitud política (ellos van a lo suyo, a sus pequeñas luchas
‘gerracivilistas’, a sus votos, ajenos a la vida que se alza en la calle, a su
insensatez de hinchas…) nos amenaza con
la guillotina de la irresponsabilidad que cae estrepitosa sobre nuestros
cuellos. Estamos dejados de la mano de Dios.
Pero contra todo y contra todos está a punto de estallar en flores el bálsamo de la rebelde primavera, ajena a la vida de la gente. una explosión de verde esperanza en los árboles y de colores y formas matemáticas perfectas en los campos doloridos en rojas amapolas.
Contra todo y contra todos hay que levantarse
y gritar con la rebeldía pacífica de Nelson Mandela: “I am the master of my fate:I am the captain of my soul. Yo soy el dueño de mi destino: Yo
soy el capitán de mi alma”.
Mandela llevó en la cárcel, en un papel arrugado escrito a lápiz, durante 27 años el poema INVICTUS de William Ernest Henley (1849-1903):
Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chane
My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate
How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.
En español:
En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
le doy gracias al dios que fuere,
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias,
no he gemido, ni he llorado,
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos,
acecha la oscuridad con su horror,
Y sin embargo la amenaza de los años me halla,
y me hallará sin temor.
No importa cuán estrecho sea el camino,
ni cuántos castigos lleve a mi espalda,
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.
Ante tamaño desastre, abandonada toda esperanza, desde la pacífica rebeldía uno debe buscar como consuelo las pequeñas felicidades del tacto, del oído, de la vista, del olfato, del gusto, en una confusa, extraña y misericordiosa sinestesia.
Las pequeñas felicidades nos llegan desde el patio interior que da a la cocina del que nos llega el olor a café y a jabón de Marsella de la ropa tendida y al rumor del agua del suelo recién regado. El agua caliente de la tetera al caer sobre la bolsita del té perfuma la cocina y un aroma a clavo, cardamomo, canela, jengibre, pimienta, cáscara de naranja y vainilla provoca una pequeña niebla de olor, que apenas endulza el sabor gris del desayuno. Sabe la mañana a oscura tragedia irremediable.
Las pequeñas felicidades también se construyen
al lado soleado de la calle en donde las cosas sin alma (unos libros, un
espejo, un cuadro oscuro, unos muebles viejos) esperan el tacto compasivo de alguien
que las mire, aunque sea un segundo, pues a cada instante todos nosotros
decimos adiós…
Esperas la llegada de
la tarde como un bálsamo para oír la voz de tus hijos y de tu nieto, instalado
en la patria del juego. La voz de los tuyos te tranquiliza el ánimo.
Si levantas la vista al
cielo, descubres el vuelo de los pájaros… La libertad está azul…
Granada, 19 de marzo
del año 2021
Jacinto s. Martín
Oyes la voz de tu nieto, instalado en la patria del juego.
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