Alice Pleasance Lidell (La auténtica Alicia)
“Alice’s Adventures in
Wonderland” y “Through the Looking Glass and What Alice
Found There”, espejo deformante de la Inglaterra victoriana, son los títulos
originales de dos de los libros más importantes de la literatura inglesa del
siglo XIX. Las dos obras de Charles Lutwidge Dodgson (Cheshire, 1832 - Guildford, 1898) constituyen las principales fuentes
de la literatura de vanguardia del siglo XX. Dodgson creó su famoso pseudónimo
invirtiendo y latinizando sus nombres de pila en Lewis Carroll después de ingresar
en 1851 en el Christ Church de Oxford, donde vivió el resto de su vida. Desde
ese momento el escritor se desdobló: por un lado, el imaginativo, divertido y
ligero Lewis Carroll, y por otro, el riguroso y serio Charles Dodgson.
Carroll
se sirvió de dos géneros de la literatura infantil: el “nonsense” (el sinsentido,
base de los movimientos de vanguardia) y el feérico (el de los cuentos de
hadas). Un paseo en barca por el Támesis hacia Godstow acompañado de Alicia Liddell,
su hermana y el reverendo Duckworth, el 4 de julio de 1862, hizo posible que
Alicia y Duckworth recogieran la placentera tarde en “The Life and Letters of
Lewis Carrol” y “The Lewis Carroll Picture Books”.
El
primitivo encargo de Alicia a Carroll, en recuerdo del cuento que amenizó la
travesía del Támesis, pasó de los cuatro capítulos de las ‘Aventuras
subterráneas de Alicia’ a los doce de las ‘Aventuras de Alicia en el País de
las Maravillas’.
De todos los formidables hallazgos de los libros de Alicia, destaca el ‹‹Galimatazo›› o ‹‹Jabberwocky››, su poema más famoso. No fue el único del género poético del ‘sinsentido’ en la literatura inglesa, pues le precede Edward Lear con su obra ‘A Book of Nonsense’, una numerosa colección de disparates poéticos. Lear fue el precursor de Alicia y de la obra de Joyce. Pero nadie logró superar el ‹‹Jabberwocky›› y su secuela ‹‹A la caza del snark››, una auténtica subversión del lenguaje. Carroll tradujo en 1855 la primera parte de la obra en la revista “Mish-Mash”, que utiliza a uno de los personajes de la novela, Humpty Dumpty, para dar una segunda explicación del cuento en donde las evocaciones fonéticas, los juegos de palabras y las dilogías de las raíces arbitrarias de las palabras hacen casi imposible su traducción.
El Galimatazo, parodia de una balada medieval, llega a Julio Cortázar que deja la melodía de las palabras en el capítulo 68 de Rayuela: "Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Carroll marcó las bases de la libertad expresiva, del sinsentido y del disparate para buena parte de la literatura del siglo XX: el teatro del absurdo y el de algunas vanguardias literarias como dadaísmo, cubismo y surrealismo.
Se puede rastrear su influencia en el mismo T. Tzara que aconsejaba cómo hacer un poema dadaísta. El consejo había sido tomado de Lewis Carroll que ya anteriormente había escrito: 'Para empezar, escriba un párrafo; córtelo luego en trozos pequeños; mézclelos bien y escoja algunos como al azar cayeron al suelo, porque si en orden quedaron las frases , es lo de menos'. El charco de lágrimas del capítulo dos de "Alicia a través del espejo" le sirvió a Laura Esquivel para el torrente interminable de lágrimas al picar cebolla en el comienzo de su novela "Como agua para chocolate". En el capítulo tres, un ratón narra su historia en forma de caligrama (como los de Apollinaire) hasta conseguir el dibujo de su cola. Y así podríamos continuar descubriendo las numerosas creaciones de Carroll utilizadas por la literatura posterior.
La intención de volver a Carroll es aconsejar la relectura de "Aventuras de Alicia en el país de las maravillas" y de su continuación "Alicia a través del espejo" y destacar que buena parte de la gran literatura del siglo XX se cimentó en su obra, escrita en la soledad de una institución académica en Oxford.
Granada, 18 de enero del año 2021.
Jacinto S. Martín
El charco de lágrimas del capítulo dos de "Alicia a través del espejo" le sirvió a Laura Esquivel para el torrente interminable de lágrimas al picar cebolla en el comienzo de su novela "Como agua para chocolate".
ResponderEliminarAlicia, algo más que un cuento, mucho más que un cuento.
ResponderEliminarMe encantaba leer este libro cuando era adolescente.
EliminarMe encantaba leer este libro cuando era adolescente.
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