Amistad

 

AMISTAD

 

Ha muerto hace unos días mi amigo Pepe Palma. El cura Pepe era bueno, paciente, amable y generoso. Ha muerto en soledad en una residencia en la que él ni siquiera sabía que estaba. Habló conmigo y decía que estaba en Tomelloso. El carmelita don José González Palma había sido cura castrense y profesor de Religión en los institutos 'Padre Suárez' y ' Padre Manjón. Buen cazador, enamorado del pájaro perdiz, se sentía libre en la Castilla azoriniana. El dolor es tanto que sólo he sentido el silencio del duelo.

Pepe, generoso y amable siempre, nos invitaba a su casa de Béznar y comíamos cordero y bebíamos vino tinto. Los comensales permanentes, Juande Vico, Rafael Ibáñez, el compositor Nemesio García del Carril y yo, después de la comida paseábamos por el pantano que reflejaba – espejo cierto - el paciente rostro de Dios, perfumado con el azahar de los naranjos y limones del hermoso Valle de Lecrín. Al volver a Granada nos regalaba limones, naranjas y almendras, nieve clausurada en el estuche de cerámica de su cáscara.

Ha muerto Pepe y su alma pajareará por los almendros, naranjos y limones del valle de la alegría, perfumada de hinojo, de tomillo y romero. Dios te bendiga, Pepe, y te premie con la luz y la paz por tanta generosidad, amistad, bondad y alegría.

Cada cuatro de noviembre, festividad de San Carlos Borromeo, íbamos a tu casa del valle a comer cordero y a beber vino tinto. Por eso hoy te recuerdo, amigo, en el silencio inmenso de mi espíritu, el soneto a la amistad que recitábamos:

 

AMICITIA

Béznar, de claridad alimonada,

sabe a amistad, a valle y a cordero,

a un inútil reloj sin minutero,

a brasa roja y a chuleta asada,

a miel y a primavera anticipada,

a hinojo, a tomillo y a romero,

a rumor de agua en el derramadero,

y a moneda de luna resbalada

por el falso cartón de la montaña,

a paz, a pan, a charla relajada,

a pueblo humilde de la vieja España,

a  flor de almendro, nieve imaginada,

a Nemesio, melodía en la calma,

a Vico, a Rafael y a Pepe Palma.

 

Béznar, 4 de noviembre del año 1994.

Jacinto S. Martín