A la prudente inteligencia de José Luis, Trini y Cristina, nuestra feliz familia entre los jardines del Generalife.
Abuelo - Cris, me han preguntado por ti en la plaza.
Cristina - ¿Quién, quién?
Abuelo - Ni tampoco un alma
Todos necesitamos que
no nos quiebren el silencio interior, incluso que nadie pregunte por ti, pero
ya – por lo visto y oído – no es posible. Nos han vendido incluso el silencio
del campo en soledad, de las idílicas casas rurales, de los pueblecitos en
calma, de los restaurantes y bares donde conversar y apreciar el sonido mágico
de las palabras populares deletreadas como joyas, y del mar pacíficamente azul.
Todo
marketing: el mar televisado no es el mar real, plagado de medusas, de basura,
de ’nata’ sucia, de irremediables vientos, de miles de sombrillas marcando la
arquitectura efímera en cimientos de arena, de gente ruidosa, de cabrones
galopando en un ruido, que trasladan el vicio ciudadano de ‘enruidar’ la ciudad
con sus motos, hasta no poder prescindir de ellas y llevarlas al mar, motos de
agua rompiendo olas y oídos; los restaurantes y bares se han convertido en
comederos rentables sólo para unos pocos en los que simplemente gesticulamos
pues el ruido se come cualquier palabra cocinada al tiempo que tragamos un
ridículo platillo minimalista: “Salsa de ruido sobre un lecho de idioteces”.
Sólo los japoneses que vienen perfectamente informados desde Osaka o Tokio son respetuosos, silenciosos y amables, pero
los demás gritamos de tal forma, que aliñamos con ruido cualquier plato; los
pueblecitos en calma dejaron de serlo y no son más que una noria sucia de chapa
acelerada, la del coche, que en poco tiempo nos parecerá un auténtico disparate
del “mundo feliz” del siglo XXI, el coche en la ciudad debe ser destruido: ”In
civitate delenda est 'la voiture' ”.
Las idílicas casitas rurales se llenan de gente ruidosa que van a ver el partido de fútbol televisado, el otro gran negocio neocapitalista, racimos de pobres ignorando el paisaje silencioso y contemplando a 22 millonarios que salen más o menos a 100.000 euros por patada. Todo se ha vendido como en un mercado muy bien publicitado, pero falso. Todo se ha hecho euro o dólar o yen, lo importante es tener el bolsillo lleno de yenes, o dólares o euros. Todo - antes neoyorkizado - ahora está falsamente ‘apequinado’, invento de Pekín, léase Beijing. Todo turistizado, todo vendido. ¡Un mundo feliz!
Las idílicas casitas rurales se llenan de gente ruidosa que van a ver el partido de fútbol televisado, el otro gran negocio neocapitalista, racimos de pobres ignorando el paisaje silencioso y contemplando a 22 millonarios que salen más o menos a 100.000 euros por patada. Todo se ha vendido como en un mercado muy bien publicitado, pero falso. Todo se ha hecho euro o dólar o yen, lo importante es tener el bolsillo lleno de yenes, o dólares o euros. Todo - antes neoyorkizado - ahora está falsamente ‘apequinado’, invento de Pekín, léase Beijing. Todo turistizado, todo vendido. ¡Un mundo feliz!
Hay
otro tipo de ruido, el de la “clase política”, algunos con tan poca clase que
niegan la evidencia de sus trapicheos, enjuagues y latrocinios. Mienten más que parpadean. ¡Que no nos
representan, que no! Luego, usted disimule, te invitan a votar y posiblemente tú votes no como ciudadano, sino como
hincha y con un orgulloso ‘yo voto a los míos’ y seguimos dándole “periquillo
al torno”, 'la misma con más bombo' como ordenaba a su banda de Arahal el maestro Godino. Y aparece un nuevo santoral de la casta: San Pedro Tesis, San Pablo
Casoplón, Santa Inés Arrimadas, San Pablo Máster. Encomiéndate a uno de los nuevos santos
o búscate santos menores, ¡tú verás!
¿Qué
hacer? ¿A dónde huir entonces? ¿Esta es la irresponsable herencia que vamos a
dejar a los nietos? ¡Ya está bien! Busquemos el modelo de Japón, siempre bien
‘orientados’, de limpieza impecable, correctos, amables, educados y perfectamente informados, los
auténticos ciudadanos del siglo XXI, si exceptuamos el embutido almendrado que
hacen con ellos en los metros.
Recuerdo
Cambalache, el viejo tango de perfecta actualidad en el siglo XXI: “Que el mundo fue y será una
porquería en el 506 y en el 2020 también… Hoy resulta que es lo mismo ser
derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro (ladrón), generoso o estafador. Todo
es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor. No hay "aplasaos" ni escalafón: los inmorales nos
han igualao.”
¡Hemos
hecho del mundo que se nos dejó en herencia una auténtica porquería! Sería incluso preferible que nadie preguntara por ti y si tú preguntas si alguien lo hizo, que te respondan sabiamente: "Ni tampoco un alma".
El espíritu de la tierra como organismo vivo y sufriente se venga con huracanes, tormentas tropicales, riadas, terremotos, arroyos desbocados, explosiones volcánicas, atmósferas contaminadas, mortíferos virus arrasadores…
El espíritu de la tierra como organismo vivo y sufriente se venga con huracanes, tormentas tropicales, riadas, terremotos, arroyos desbocados, explosiones volcánicas, atmósferas contaminadas, mortíferos virus arrasadores…
El paciente y santo espíritu del viejo
planeta azul ya no quiere dar a la mayoría de los seres humanos una segunda
oportunidad sobre la Tierra. Todo se “eurificó” por el amor de ‘Dior’. Parece que ya es posible la guerra invisible, electromagnética, biológica en manos de las grandes potencias. ¡Qué
mundo nos han vendido!
Granada, 11 de octubre
del año 2018
Jacinto S. Martín
Todo se “eurificó” por el amor de ‘Dior’.
ResponderEliminarEl paciente y santo espíritu del viejo planeta azul ya no quiere dar a la mayoría de los seres humanos una segunda oportunidad sobre la Tierra.
ResponderEliminarEl coche en la ciudad debe ser destruido: ”In civitate delenda est 'la voiture' ”.
ResponderEliminarLa Biblia, junto a un calefón, se usaba como papel higiénico ante la falta del mismo. Los ignorantes repartidores de la Biblia no sabían el destino del papel seda del monumento religioso a la palabra.
ResponderEliminarCalefón ´calefactor' instalado en el cuarto de baño.
ResponderEliminarLas biblias las daban de balde para aumentar el fervor del pueblo, pero el pueblo estaba sin papel y apenas sabía leer.
ResponderEliminarLos restaurantes y bares se han convertido en comederos rentables sólo para unos pocos en los que simplemente gesticulamos pues el ruido se come cualquier palabra cocinada al tiempo que tragamos un ridículo platillo minimalista: “Salsa de ruido sobre un lecho de idioteces”.
ResponderEliminarHoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro (ladrón), generoso o estafador. Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor. No hay "aplasaos" ni escalafón: los inmorales nos han igualao.”
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