EL
DESAHUCIO ORIGINAL
El mundo es tal vez el bosquejo rudimentario de algún dios infantil, que lo abandonó a medio hacer avergonzado de su ejecución deficiente. (Jorge Luis Borges)
La palabra desahucio implica una doble desconfianza. Procede de la palabra latina fiducia, ‘confianza’, que antepone una primera negación a la citada fidelidad con el prefijo a-, cuyo significado es 'no'. No contento el legislador romano con la primera negación le añadió una segunda, la del prefijo des- que también significa ‘no’. Es decir, confianza en este ‘nada de nada’, ‘no es no’, ‘nunca jamás’.
La palabra desahucio implica una doble desconfianza. Procede de la palabra latina fiducia, ‘confianza’, que antepone una primera negación a la citada fidelidad con el prefijo a-, cuyo significado es 'no'. No contento el legislador romano con la primera negación le añadió una segunda, la del prefijo des- que también significa ‘no’. Es decir, confianza en este ‘nada de nada’, ‘no es no’, ‘nunca jamás’.
El
desahucio es la cruel evidencia de que lo legal no es siempre justo y de que la
vida de muchos que la perdieron por un desalojo legal, pero injusto, no debió
ocurrir nunca.
La
injusta legalidad comenzó cuando el SER, después de acabar su obra, vio que lo
terminado no se correspondía con lo pensado, como suele ocurrir. Aun así, el mundo estaba perfecto, recién estrenado, sin políticos ni periodistas. Lo que menos
le gustó fue el ser nacido de la tierra, del humus, un ‘humano’ que
holgazaneaba por el Edén a cambio de nada. Así que acabó, aunque ÉL ya lo
sabía, odiando al ser exigente que formó de la tierra y que primero tuvo una
mujer llamada Lilith, tan rigurosa y bicharraca, que abandonó al perezoso.
Entonces Adán volvió para pedirle otra compañera. El hombre era feliz, pero todo sol tiene su ocaso. El SER que dominaba
el verbo en pasado, presente y futuro, se enfadó tanto que pensó que haciéndole
una mujer tomada de sí mismo, posiblemente el exigente humano se conformaría. Y
el SER llamó al anestesista y al cirujano del Paraíso y les mandó que durmieran
al inconformista holgazán y que le sacaran una costilla. Luego llamó al
cirujano plástico del Edén y le ordenó que hiciera con aquella costilla lo que
el exigente pedía. Y lo hizo y el SER la llamó EVA y se la presentó al exigente
y este dijo: ‘Verdaderamente esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne’. En
esta rara historia de amor el SER sólo puso el escenario.
Y
EL SER planeó un desahucio exprés después del extraño nacimiento de Eva y de la
extraña competencia con el humano que también formó parte de la creación. Recreó la realidad nombrándola, pues en el nombre está la esencia de las cosas. Y no hubo color hasta que el hombre dijo verde, naranja, plateado, rojo, granate,
rosa… y se vistió la
tarde cuando el pincel-palabra dibujó el ocaso y la paz del olivo se adornó
cuando dijo verde y las mejillas de la primera mujer enrojecieron cuando el
hombre dijo rojo y rosa, y apresó la furia roja del ser redondo en la palabra
sol y enlazó con temor a la criatura azul del agua con sólo tres letras: mar. Y
luego el hombre cuidó las palabras y las arropó como a criaturas recién nacidas
y se recostó en el tronco de un chopo a la orilla del río Pisón y paladeó los
términos creados durante largo tiempo y un día dijo ‘la mujer es un mar azul’ y
otro día dijo que el sol pintaba el horizonte de rosa, de datilado y de
violeta. Y pensó que era muy bueno cuanto había dicho. Y así un día y otro día,
y un atardecer tras otro, y muchas, muchas noches, hasta que empezó a pensarse
y vio que todo él no era más que palabras: palabras amorosas, amargas,
dolorosas, dulces, terribles, inconcretas, vacías, injuriosas, alegres,
nostálgicas, tristes; y hasta descubrió que la tristeza podía disimularse con
palabras y luego supo que podía pensarse y engañarse y no sentir el dolor de estar vivo.
Y
el SUPREMO sabía que no hay mejor forma de desobedecer que indicar que algo no
puede hacerse. Así que ordenó majestuoso a la extraña pareja: “Podéis comer de
todos los árboles frutales del paraíso, pero nunca del que está en el centro,
el árbol de la ciencia del bien y del mal”. Y ocurrió lo que ÉL ya
sabía. Así que la serpiente rastrera, que entonces no lo era, le dijo a Eva que
probara el fruto prohibido y esta se lo dio al presunto marido. Y comieron,
como estaba previsto, y la familia ‘Adánez de Edén’, después de unos chivatazos
en cadena (de Adán culpando a Eva y de esta a la serpiente), fue desahuciada
como EL SER pretendía. Y un segurata con espada de fuego los echó del Edén sin
ningún miramiento. Bueno, sí, le concedió al humano que se despidiera de sus
amigos los árboles, y Adán lo hizo con todas las criaturas cercanas, enraizadas
en las tierras cercadas por el Pisón, el Gihón, el Tigris y el Éufrates, los
cuatro ríos del paraíso que se harían eternos después de millones de años, pues 'solamente lo fugitivo permanece y dura'. Así que acarició la piel suave de la
palma botella, abrazó al árbol del coral, pasó la mano por la corteza áspera
del palmito elevado, agradeció al árbol de las trompetas su perfume, le expresó
su admiración al pimentero falso y sintió la fortaleza del ombú en el gesto de atraparlo entre sus manos. Los
árboles lloraban látex… Era otoño. Adán
iba ligero de equipaje: solo llevaba una hoja de parra; Eva, toda una colección
de otoño-invierno con hojas de todos los colores con diferentes tonos: hojas
rojas, amarillentas, violetas, ocres, verdeolivas…
A
los pocos pasos, desconcertado, quiso volver y lo hizo. Sólo encontró un cartel,
en el que aparecía un ser extraño con cuernos, que no entendió: “God´s busy.
Can I help you?” ¿A dónde huir entonces? Comprendió que no tenía padres, ni
hermanos, ni suegros, ni cuñados, ¿a quién acudiría entonces? En la plenitud
del desasosiego, el humano pensó confusamente que no había sido niño nunca, y
eso aumentó su infelicidad, porque la felicidad es la patria de los niños. El
SER no le permitía ni siquiera la nostalgia de la niñez. Demasiado castigo por
una sola desobediencia, pensó. Luego sintió que era preciso huir lejos del
SUPREMO y tomando de la mano a Eva se dirigió al este del Edén.
... y apresó la furia roja del ser redondo en la palabra sol y enlazó con temor a la criatura azul del agua con sólo tres letras: mar.
ResponderEliminarLuego sintió que era preciso huir lejos del SUPREMO y tomando de la mano a Eva se dirigió al este del Edén.
ResponderEliminarAun así, el mundo estaba perfecto, recién estrenado, sin políticos ni periodistas.
ResponderEliminarSólo encontró un cartel, en el que aparecía un ser extraño con cuernos, que no entendió: “God´s busy. Can I help you?”
ResponderEliminarla felicidad es la patria de los niños.
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