Novelas
de dictador
A todos los humillados y ofendidos de nuestro planeta azul, para que gocen de una segunda oportunidad sobre la tierra.
A veces, es necesario,
razonable y urgente que un hombre se sacrifique por un pueblo; nunca, al revés,
un pueblo debe ser sacrificado en beneficio de un solo hombre. Por eso, desde
la literatura siempre se ha denunciado la soberbia del dictador, mentiroso,
falto de escrúpulos, egoísta, inmoral, que engaña a un pueblo, que no respeta
su dignidad y al que sacrifica para esculpir su propia estatua, caricatura de
la vaciedad, producto de una sociedad enferma.
Afirmaba Joseph Conrad: ‹‹ Vosotros sabéis que odio,detesto, me resulta intolerable la mentira, no porque sea más recto que los demás, sino porque sencillamente me espanta. Hay tinte de muerte, un sabor de mortalidad en la mentira que es exactamente lo que más odio y detesto en el mundo, lo que quiero olvidar. Me hace sentir desgraciado y enfermo, como la mordedura de algo corrupto››.
Ya en 1967, durante una reunión entre Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Miguel Otero Silva y Carlos Fuentes se puso en marcha un proyecto literario denominado "Los padres de la patria", para crear una serie de biografías de los dictadores de América Latina después de haber leído los retratos del estadounidense Edmund Wilson en "Patriotic Gore: Studies in the Literature of the American Civil War" (Nueva York, 1962). Fuentes relata que estaban sentados en un pub de Hampstead en Londres y que se les ocurrió que no estaría mal escribir un libro comparable sobre la América Latina.
El proyecto no era nada original, pues en sus
orígenes estaba la novela ‹‹Facundo›› de Domingo Faustino Sarmiento, publicada
en 1845 y Valle-Inclán había conseguido en 1926 la cumbre de las ‹‹novelas de
dictador›› con ‹‹Tirano Banderas›, novela excepcional y única.
En un imaginario Santa
Fe de Tierra Firme, el general Santos Banderas se impone cruelmente a una
oposición de románticos visionarios. La
finalidad de su novela-esperpento es la denuncia de cualquier sistema político
que no respete la dignidad de la persona. Pero el auténtico prodigio de la
novela valleinclanesca está en la lengua utilizada en la que se unen para
siempre las dos orillas de nuestro idioma en su infinita variedad concreta.
Al camino iniciado por
Valle-Inclán con su inmejorable ‹‹Tirano Banderas›› (1926), se sumarían obras como ‹‹La
sombra del caudillo›› (1929) del
mexicano Martín Luis Guzmán, ‹‹El Señor
Presidente›› del premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias publicada en
1946 y dos novelas de Francisco Ayala: ‹‹Muertes de perro›› de 1958 y ‹‹El fondo del vaso›› de 1962.
El proyecto sólo
ilusionó a Alejo Carpentier, Augusto Roa Bastos y García Márquez, que nos legaron tres obras
maestras: ‹‹El recurso del método››
(1974), ‹‹Yo el Supremo›› (1974) y ‹‹El otoño del patriarca›› (1975) respectivamente. Estas tres obras
representan la cumbre de una tradición cuyo tema, más que la dictadura en sí
misma, es la indagación acerca del poder, una condición antilógica que produce
una sociedad enferma.
En ‹‹El recurso del método››
Carpentier transcribió fielmente muchos de los hechos de La Habana de los años
20. El espacio inventado es una síntesis de diversos países latinoamericanos.
El título explicita la intención del autor: "El recurso del método"
es el "Discurso del método". El contraste entre el pensamiento
razonador de Descartes y el quehacer hispanoamericano se alza como rica fuente
de lenguaje barroco e irónico de largo alcance.
‹‹Yo el supremo›› no es más que un pliego de descargo del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia, construido a modo de collage, apoyado en el monólogo interior del doctor Francia, una especie de antiquijote, y en los diálogos con su secretario, Policarpo Patiño. "El otoño del patriarca" relata la vida de un dictador que conserva el poder durante más de cien años. A través de sus recuerdos, el lector conoce que es hijo de una mujer del pueblo, Bendición Alvarado, única persona a quien quiso de verdad; que no supo quién fue su padre; que su primera infancia transcurrió en la miseria y que llegó a dictador por voluntad de los ingleses. Posteriormente se publicaron "Colas de lagartiga" (1983) de Luisa Valenzuela y "La novela de Perón" (1985) de Tomás Eloy Martínez.
En España Vázquez Montalbán publicó en 1992 su novela ‹‹Autobiografía del general Franco››. En ‹‹La fiesta del chivo›› de Mario Vargas Llosa, editada en el año 2000, se narran tres historias entrelazadas magistralmente. Mientras Urania visita a su padre en Santo Domingo, después de haber estado ausente 35 años, cuando la capital dominicana era dominada por Trujillo, apodado 'El Chivo'. Un grupo de inconformes con el régimen dictatorial acabó con el tirano en un atentado.
En la novela de Armas Marcelo ‹‹Al sur de la resurrección››, publicada en el año 2006, se retrata el horror de la dictadura de
Pinochet.
La última entrega
podría ser ‹‹El sueño del celta›› de Vargas Llosa. Esta novela cierra la
trágica historia de la explotación del Congo ya denunciada en la carta del
coronel estadounidense George W. Williams titulada “La tragedia del Congo”, el
saqueo carnicero del Congo belga. Mark Twain insistió en el terror inhumano de
la colonización en su novela ‹‹El soliloquio del rey Leopoldo››.
La siniestra figura del
rey Leopoldo fue retratada ya por Ángel Ganivet en sus cartas enviadas a
Granada desde el consulado de Amberes. Joseph Conrad denunció el genocidio del
Congo en una novelita titulada ‹‹El corazón de las tinieblas››. En ‹Siete casas
de Francia››, Bernardo Atxaga insistía en la matanza de la población de la
nación africana, reducida a la mitad de sus habitantes, sacrificados por el
ejército belga. Adam Hochschild remarca la crueldad del rey belga que hace
dinero con la muerte de un pueblo tiranizado. Estos son los antecedentes que
llevaron a Vargas Llosa a su novela antes citada.
Tomen buena nota para que los padres de la patria no se transformen en padrastros y para que la mentira parezca mentira... Quiero creer en la
prudencia, generosidad y bondad de los dirigentes de este pobre, humillado y
paciente planeta azul, para que este tipo de literatura deje de denunciar el
aplastamiento de la dignidad de las personas, el abandono, las colas del hambre y la humillación de la pobre
gente que sólo necesita una oportunidad sobre la tierra, un poco de pan, un
poco de amor y un poco de paz.
Granada, 17 de noviembre del año 2020.
Jacinto S. Martín
A veces, es necesario, razonable y urgente que un hombre se sacrifique por un pueblo; nunca un pueblo debe ser sacrificado en beneficio de un solo hombre.
ResponderEliminarLa siniestra figura del rey Leopoldo fue retratada ya por Ángel Ganivet en sus cartas enviadas a Granada desde el consulado de Amberes. Joseph Conrad denunció el genocidio del Congo en una novelita titulada ‹‹El corazón de las tinieblas››.
ResponderEliminarLa finalidad de su novela-esperpento es la denuncia de cualquier sistema político que no respete la dignidad de la persona.
ResponderEliminarBuen compendio de dictadores.
ResponderEliminarLos que sabéis escribir, tenéis en la actualidad a otros muchos a los que ridiculizar. Te animoa hacerlo.
La siniestra figura del rey Leopoldo de Bélgica fue denunciada ya por Ángel Ganivet en sus cartas enviadas a Granada desde el consulado de Amberes.
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