JUEVES SANTO...PLAZOLETA DEL CRISTO
JUEVES SANTO, PLAZOLETA DEL CRISTO
Tarde de primavera. En la plaza, la gente espera la salida
del Cristo de la Misericordia. Un hombre en su carrillo garapiña avellanas. Se
deshilacha el cielo en cirros rosas. Chirrían las puertas al abrirse y aparece
el Hombre a la columna atado. Los costaleros – un solo pulso, una única fuerza,
un solo corazón en un ring de zambranas – lo elevan lentamente mientras suena
la música. La gente aplaude. Una niebla de incienso dulce lo inunda todo.
Jesús, humildemente, cruza la plaza.
Un murmurar
dulzón garapiñado
da sabor al
azul de primavera.
Ha gemido de
gozo la madera
y un hombre
humilde a la columna atado
cosecha el
ansia de la dulce espera.
No es más que
un campesino golpeado,
que con los
ojos bajos, derrotado,
implora caridad,
¡quién lo dijera!
Fundiéndose
emociones y creencias,
un corazón
hecho de blanca cera
eleva al Cristo
sobre las conciencias,
y en la brisa
de raso del amor
surca el Señor
la nueva primavera,
hermano en la
besana del dolor.
Arahal. Primavera de los años 90.
Jacinto S. Martín
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