Está el faldón arriba. El contraguía repite órdenes a los pateros de la trasera. El capataz luce su terno negro por entre el maremágnum de penitentes, costaleros, autoridades. Se puede cortar la espesura emocionante del momento.
Ya igualados en el interior de la parihuela, costeros, fiadores y corrientes adelantan los brazos a las trabajaderas, extienden la pierna derecha y flexionan la izquierda hacia adelante. Avisa la voz del capataz. Luego, tres golpes de martillo sobre el perno y el paso se eleva. Resuena en toda la iglesia la música nerviosa, acelerada, de las alpargatas reptando sobre el suelo. Un universo de humo, sudor y esfuerzo, bajo el rugoso cielo del tablero, es conducido por la voz ronca del capataz.
HERMANOS COSTALEROS
Está la pierna izquierda flexionada.
Los de abajo contienen el aliento.
El silencio solemne del momento
hace temblar la tarde emocionada.
Tres golpes de martillo... y la mirada,
la serena tensión y el ritmo lento
acompasan el pulso en movimiento
y la Virgen va al Cielo acariciada.
Cuando se inicia el mágico ritual,
bajo el rugoso cielo del tablero,
la voz del capataz en Arahal,
es todo tu horizonte, costalero:
¡Sobre el costero izquierdo por igual!
¡Venga de frente!, ¡Menos paso quiero!
Jacinto S. Martín
Sonetos de primavera
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