viernes, 22 de enero de 2021

Julio Cortázar en Berkeley




En los meses de octubre/noviembre de 1980, Julio Cortázar dictó un curso sobre el cuento en la Universidad de Berkeley publicado por Alfaguara en el año 2013 bajo el título “Clases de Literatura”. Sostenía el escritor argentino que el cuento era tan antiguo como la humanidad y  suponía que en las cavernas las madres y los padres ya les contaban cuentos a los niños (cuentos de bisontes, probablemente). Luego en el lento curso de dos meses llegó a definirlo como un escrito de orden cerrado frente a la novela a la que consideraba un texto de orden abierto. La novela sería el cine, afirmaba; el cuento, la fotografía. Después de despreciar las novelas superventas como libros de vacaciones que sólo tienen la virtud de dar dinero a quien escribe, pero que no son literatura, definió la novela-literaria, la bien construida, en donde prima la función estética, como un lento combate de boxeo intelectual contra el  lector, al que debe vencer lentamente a los puntos; el cuento, por el contrario, tiene que tumbar al lector por k.o.

El curso se estructuró en dos partes: una, dedicada al relato fantástico en el que priman el tiempo y la fatalidad, y al relato realista con ejemplos tomados de la cultura universal; la otra, más interesante, dedicada a su evolución como escritor y al análisis de su obra: los ‘cronopios’, sus cuentos insuperables como “La noche boca arriba” o “Continuidad de los parques”, el análisis de Rayuela  y el desafío de “El libro de Manuel”.

Afirmaba Cortázar que frente a la literatura francesa en la que predomina la novela, en América Latina el cuento ocupa una posición de primera fila no sólo desde el escritor, sino también desde el punto de vista del interés del lector. ‘El matadero’ un cuento del siglo XIX del argentino Esteban Echeverría se ajusta admirablemente a los posibles cánones de este género,  aunque el ejemplo perfecto de cuento, decía Cortázar, era ‘El barril de amontillado’ de E.A. Poe con menos de cuatro páginas.

Distinguía el escritor argentino distintas etapas en la elaboración del cuento ejemplificadas con relatos propios. Habló en la universidad estadounidense de cuentos de tipo estetizante como ‘El Perseguidor’,  en donde el personaje Johnny Carter nos recordaba a Charlie Parker, saxofonista y compositor de jazz. Entre los cuentos metafísicos situó ‘Los premios’ y ‘Rayuela’.

En las lentas clases posteriores indicó que el cuento no se consolidó hasta el siglo XIX en Francia. Los cuentos de Merimée, Villiers de l´Isle-Adam y Maupassant fueron perfectos modelos en francés. Posteriormente en inglés destacaron D.H.Lawrence, W.Faulkner y Katherine Mansfield y en lengua española, el escritor argentino propuso los cuentos de Onetti, los de Aldecoa y los suyos usados durante el curso como modelos analizables, precisando que  Historia de cronopios y de famas’, ‘Un tal Lucas’, ‘La vuelta al día en ochenta mundos’ y ‘Último round’, son pequeños textos del juego adulto-escritor-niño.

                De los cuentos fantásticos, el tiempo y la fatalidad centran los cuentos del escritor argentino. Siguiendo el libro del inglés Dunne ‘Un experimento con tiempo’ que fascinó a Borges,  habló de diferentes tiempos simultáneos o paralelos y no sólo el del reloj de pulsera y el del calendario. Cortázar analizó pormenorizadamente tres cuentos: ‘El milagro secreto’ de Borges, ‘Eso que pasó en el Arroyo del Búho’ de Ambroce Bierce y  “La isla a mediodía” del propio  Julio Cortázar  en el que de nuevo se juega con el desdoblamiento del tiempo y del personaje. En un accidente de aviación, el piloto en la isla rescata a un hombre herido dentro del avión, él mismo.

Después de analizar a los tres grandes: Chéjov, Maupassant y Horacio Quiroga, Julio Cortázar insistió en la idea de originalidad, destacando que lo que se cuenta debe silenciar  sin expresarlo una denuncia de un estado de cosas, de un sistema en crisis, de una realidad humana vista como negativa y profunda.

Granada, 22 de enero del año 2021

Jacinto S. Martín

 


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