VUELVA USTED MAÑANA
«La burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos ». H. de Balzac
«La burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos
A mi hermana Amparo, enemiga declarada de la burocracia.
Me acaba de llamar
Sherry. La duquesa es un encanto y tiene arte para regalar. Mira, me dice,
vengo del Juzgado y estoy que me va a dar algo. Me habla confidencialmente y me
asegura que en el secreto oculto de las cosas ella no encuentra acomodo, no se
encuentra bien, vamos que las cosas la rechazan. A Sherry la miran mal las
nubes de la playa, el frigorífico, la tabla de la plancha, la lavadora, las
fotos de los antepasados, le guiña el ojo de buey del barco de los cruceros, la
amenazan las mascarillas de los aviones, los árboles, el lavavajillas…, pero con
los papeles le va peor, la atacan, nunca están a su favor. Sherry le ha
declarado odio eterno a la burocracia. En correspondencia, el papeleo de las oficinas
no traga a la duquesa, que se ve imposibilitada para solucionar cualquier
gestión de mostrador.
- Mira, acabo de ir a las oficinas
siniestras y por poco no me dejan entrar. Como las oficinas me odian, cuando
paso bajo el arco de detección de la entrada me pita siempre, soy como una
sirena de una fábrica cuando se acaba el trabajo. El policía me mira y remira
de arriba abajo. Pito entera. Yo sigo pitando como un tren perdido. Deben ser
los nervios o la electricidad que llevo encima o yo que sé. ¿Qué le pasa a
usted, señora? En esta oficina nadie pitó tanto como usted. ¡Esto va a traer
cola! Ramírez, mire usted, a ver qué le pasa a esta señora que pita como una
magefesa, no sea que vaya a ser una espía. Ramírez se acerca. Yo estoy cada vez
más nerviosa y no me puedo estar quieta, le doy el bolso, las pulseras, los
pendientes, el monedero, una tobillera de plata, un cortaúñas, las llaves, los
zapatos de tacón, pero sigo chiflando como el pito de la magefesa. Abra usted
la boca, me dice Ramírez. Diga usted AAAAAAAAA. Lo hago. Ramírez se dirige al
otro policía: “Sánchez, lo de esta señora va a ser de los puentes de la boca, a
esta señora le pitan los puentes”. Bueno, ¿puedo pasar que se está haciendo
tarde? Espere. Voy a consultar. Dese prisa que estoy a punto de desmayo de los
nervios tan grandes que tengo. Mire usted, Ramírez, (ya tengo confianza con el
policía) el médico me ha dicho que yo no puedo esperar en las colas mucho
tiempo porque los nervios se me tensan debido a que tengo el colesterol
hereditario. Bien, si es así, pase. A la vuelta le devuelvo toda la
quincallería. Quincallería dice el asqueroso, pienso.
Entro. Me duelen los
pies. Veo a cinco personas detrás de un mostrador más viejo que una moña de
jazmines. Esto debe ser del tiempo de la cotonía, pienso. Uno de gafitas
valleinclanescas, que debe ser el que más sabe, me pregunta que qué quiero y yo
le paso el impreso que me mandó el hermano. Lo examina con total indiferencia y
me dice, mirándome con las gafillas a media nariz:
- Esto es ilegible.
- Dele usted la vuelta,
le digo.
-¡Hombre, así sí! Pero
el encabezamiento está al derecho y el escrito al revés o viceversa. Este es un
documento de la Revolución Francesa, está guillotinado con la cabeza suelta y
el cuerpo del escrito al revés.
- Tú sí que eres un
viceversa, pienso. ¿Que si me lo puede hacer?
- Esto se lo hago yo en
un momento.
-¡Qué alivio! Pensé que
me iba a poner pegas.
- Hombre, se lo puedo
hacer en un momento dentro del horario de la oficina, pero ya hemos cerrado la
ventanilla. Efectivamente la ventanilla, como taquilla de un tren de feria,
estaba bajada y una cortinilla negra ocultaba al duende o a la bruja, ¡vaya
usted a saber!
- Vuelva usted mañana. ¡Si
esto se lo hago yo en un momento! ¿Es para apoderar a una procuradora, no? Venga
usted el próximo día y pregunte por Mari Carmen que es la que lleva lo de las
“pudacas”. Eso es lo que yo entendí: Mari Carmen la de las pudacas.
Así que Ramírez, el funcionario policial, me devolvió toda la quincallería que fui poniéndome de nuevo mientras el “sinvengüensa” me miraba las piernas. Ramírez, ¿cuándo puedo venir? Ahí pone el lunes de 10 a 11, me dijo mientras señalaba un papel descolorido pegado con un fixo en el cristal de la oficina.
Así que Ramírez, el funcionario policial, me devolvió toda la quincallería que fui poniéndome de nuevo mientras el “sinvengüensa” me miraba las piernas. Ramírez, ¿cuándo puedo venir? Ahí pone el lunes de 10 a 11, me dijo mientras señalaba un papel descolorido pegado con un fixo en el cristal de la oficina.
Hasta el lunes y
recuerde usted, Ramírez, que yo soy la
morena que chifla como el pito de una magefesa.
*
Pasó una semana y volví
a la oficina con ansias vivas.
- Ramírez, que yo soy la señora a la que
le pitan los puentes.
- Ah sí, pase y espere que han ido a desayunar
un chocolate con churros. Ahora vienen, digo yo.
A las diez y media se
presenta la tropa. Todos traen aceitillo en la comisura de los labios. Con los
dos dedos, índice y pulgar de la mano derecha, se lo quitan y ya convertidos en
perfectos funcionarios comienzan a actuar. Me dirijo a las mujeres y pregunto: ¿Quién es Mari Carmen la de las pudacas?
Viene al mostrador una
rubia de edad indefinida entre 30 y 60.
- Buenos días, que vengo de parte de mi hermano
porque necesito un certificado que deje constancia de que yo soy la que soy.
-
Bien, vamos a ver si yo me entero:
¿Usted es Fernando Martín de Sherry?
-
No, mire usted, yo soy su hermana Amparo Martín de Sherry.
-
Ya me parecía a mí que era usted un
hombre bastante raro.
- ¿Un hombre? ¡Jesús, Jesús, Jesús! ¡Lo
que me faltaba! ¡Un hombre es lo más funesto de la creación! ¡Un hombre voy a
ser yo!
Mari Carmen sonríe. Este es el impreso, le digo.
Mari Carmen sonríe. Este es el impreso, le digo.
-
Pero no está firmado.
-
¿Y el nombre de la procuradora?
-
Yo sé que se llama Paqui.
-
¿Paqui qué? Señora, todos tenemos
apellidos. Dos a falta de uno.
-
¡Ah, yo que sé!
- Pregúntele cómo se llama y que le dé el
número del DNI que aquí todo hay que hacerlo según la ley. ¡Esto es muy serio,
señora!
-
¿Cuándo vengo entonces?
-
Pásese usted por aquí el jueves que
viene.
- Hasta el jueves si Dios y la divina
Providencia quieren. Salgo
de la oficina, deshecha. Definitivamente los papeles me odian.
**
Obsesionada con la llegada del jueves, lo anticipo levantándome a las cinco de la mañana. Me asomo a la terraza y no veo a nadie, bueno sí, en silencio una ordenada fila de procesionarias rodea la placita a la que ha caído un pino en la que vivían tan cómodamente. La última borrasca a la que ahora le han puesto nombre, Emma, ha destrozado casi todos los árboles del paseo.
Obsesionada con la llegada del jueves, lo anticipo levantándome a las cinco de la mañana. Me asomo a la terraza y no veo a nadie, bueno sí, en silencio una ordenada fila de procesionarias rodea la placita a la que ha caído un pino en la que vivían tan cómodamente. La última borrasca a la que ahora le han puesto nombre, Emma, ha destrozado casi todos los árboles del paseo.
A
las ocho me voy de nuevo a los juzgados. Ya no está Ramírez el policía y ahora
hay otro al que no hago ni caso y me cuelo de rondón en la oficina siniestra.
Espero. Sólo tengo tres desesperados delante. Intento colarme, pero me para una
de la cola y me dice:
- De eso nada, de colarse nada. Que yo
sólo vengo por un "certificado de defunción de muerto" y la criatura no se va a
esperar allí una semana.
Hasta las nueve se me hizo una hora eterna.
Por fin llega la brigadilla del sufrimiento. Poco a poco se sientan ante el
ordenata y teclean Dios sabe qué. Ni me miran.
Por fin, me levanto y le digo a la más cercana: “¿Está Mari Carmen la de la pudaca?”.
Por fin, me levanto y le digo a la más cercana: “¿Está Mari Carmen la de la pudaca?”.
-
Hoy no va a venir, ha llamado y ha dicho que va al ambulatorio que tiene el pecho cogido. Qué quería usted,
que eso se lo hago yo en un momento.
-
Es la tercera vez que vengo y esta es la papela que me dijeron que tenía que
rellenar. Mire usted, este asunto me tiene tan nerviosa que me he tenido que
tomar un 'omeprazol'.
-
Bien, cada uno tiene los nervios que Dios le dio. Además, este documento ya
está obsoleto, pero aquí falta el nombre de la procuradora. ¿Sabe usted cómo se
llama?
-
Vive en Cádiz, en la calle Antonio López, y se llama Paqui.
-
¿Paqui qué?
-
¡Ah, yo que sé!
-
Llámela usted y pregúntele su nombre y que le dé el DNI, el número quiero
decir. Dese usted prisa que a las 11 se cierra la ventanilla y no se apriete el reloj que el tiempo no se detendrá.
Salgo
fuera de la cola en donde se agolpan decenas de sufridores. Llamo a Cádiz, pero no cogen el teléfono. Por fin, con voz tomada de sueño, se pone una
señora.
- Mire, le digo, yo soy Amparo Martín de Sherry y necesito que me diga su nombre completo y el número de su DNI
- Señora, yo no conozco a ninguna Amparo
Martín de Sherry . Así que cómo le voy a dar el número de mi DNI.
- Sí, soy la hermana de Fernando Martín de Sherry, y usted es la procuradora de la familia. Así que procure acordarse de
mi hermano y del caso en que nos representa.
- Ah, sí. A Fernando Martín de Sherry, un gran chico, lo
conozco de varias veces en las que estuve hablando con él.
-
Tome usted el número y todos mis datos,
Jerónima.
-
¿Jerónima? No, mi nombre es Amparo Martín de
Sherry.
-
Bueno es igual, Amparo.
-
Hombre, igual no es.
-
Gracias, por todo.
- Adiós, la dejo que tengo mucho trabajo. Se oye el bostezo de Paqui, que debe estar todavía en pijama.
Voy deprisa a la
ventanilla y le voy a entregar el DNI y el nombre de la procuradora y va y me
dice la de la función pública:
-
Bueno, ya tráigalo el lunes que hoy ya hemos
bajado la ventanilla, pero ya le he dicho que esa pudaca está obsoleta.
-
¡Ay Dios mío, yo me voy a volver loca!
Hay que respetar el
horario, señora. Respeto, mucho respeto por el horario. Pero no se preocupe que
eso se lo hago yo en un momento.
Salgo de la oficina
siniestra casi llorando. Esto es un "Never Ending Tour" como el de Dylan. Vuelvo a casa con mucho cuidado para no pisar las
procesionarias, que –por lo visto- ya anuncian la Semana Santa. Es jueves. ¿Qué
hago yo hasta el lunes, Dios mío!
***
Por fin ya es lunes.
Corro que me las pelo para ir al Juzgado. Cuando llego está vallado. Emma, la
borrasca, lo ha anegado todo. Me asomo por una de las ventanas y veo que nadan
los papeles por toda la oficina. Veo una nota que han fijado en una de las
vallas que impide el paso: CERRADO POR METEORO ADVERSO. VUELVAN EL MIÉRCOLES.
¡Ay Dios mío, se podrá
aguantar esto!
Cuando vuelvo a casa me
encuentro con Ramírez el municipal.
- Tenga usted cuidado, señora. A una mujer, de aquí de Jerez, de su misma edad, una ráfaga de viento la ha arrastrado hasta Cádiz. Ha
aparecido en las puertas del Hotel Playa.
- ¡Jesús, Jesús, Jesús! ¡Qué tiempo más
malo! ¡Cinco borrascas seguidas! ¡Piove, porco goberno!
****
Cuando llego el miércoles,
ya hay un hombre esperando. Está que trina. Pasa una hora. Entonces lo llaman
desde la ventanilla. Mal encarado y con torpes andares, se planta delante de la
rubia y va y le dice:
- Buenas tardes, ¿porque ya es tarde, no?
Llevo aquí desde las seis de la mañana esperando en la puerta.
-
Abrimos a las nueve. ¿Qué quiere usted?
-
¡Morirme! Que vengo de Estella del
Marqués y ya es la cuarta vez y no hay forma de que me arregléis el papel que
necesito. Lo peor del mundo entero es ser analfabeto y que se cachondeen de
uno. Tengo un hilillo en el estómago que no me deja vivir, porque no he desayunado todavía. Este
papel va a acabar conmigo. He tenido que ir al médico y me ha dicho que tengo
hasta hiperhidrosis de lo que estoy pasando, que por cierto, yo le pregunté: '¿Y eso qué es?' Y va y me dice que es que sudo mucho. No me pude callar y le dije: "¿ Y 'pa' eso ha hecho usted una carrera, 'pa decir' que sudo mucho? Eso lo sé yo".
-
Bueno, ¿qué quería usted?
- El papel de apertura de la granja de
conejos que están indocumentados. El
hombre de Estella de Marqués se vuelve al resto de la cola y con una irritación
sorda nos dice:
- Fíjate la tía, no me mira ni a la cara.
Voy a coger una escopeta y me voy a saltar los sesos.
- Josema, ¿tú sabes algo de un hombre que
tiene los conejos indocumentados?
-
Sí, eso ya está hecho. Lo tienes ahí en
tu cajón.
-
Tome usted, caballero, la apertura para
sus conejos.
Irritado se va,
refunfuñando: Como tenga que venir otra vez, se van a enterar, los voy a poner
a todos con las ruedas “p´arribas”.
- Siguiente!, dice con voz melodiosa la
funcionaria.
-
Soy yo, digo como si me hubiera tocado
la lotería.
-
Que me dijo usted que viniera el lunes…
-
La culpa es de Emma, la borrasca. ¿Qué
quería usted?
-
Yo soy Amparo Martín de Sherry y vengo
por lo de la pudaca que el otro día se quedó incompleta. Tome usted mi DNI.
-
No se preocupe, eso se lo hago yo en un
momento.
-
Pero, mire usted, tendrá que esperar un
poco porque todos los ordenadores menos uno se han mojado y no funcionan.
-
¡Ay, Dios mío!
- Espere. Josema, me dejas tu ordenador un
momento que voy a rellenarle los datos de una “pudaca” que necesita esta
señora, que dice que ya ha venido cuatro veces. Josema
es bizco y no acepta de buena gana la proposición. Cuando rellena el documento
le dice: 'Josema,
me puedes echar un vistazo. Revísame la “pudaca”, no sea que falte algo'. Josema
se irrita y da tres patadas a la mesa. ¡Está que le va a dar algo!
-
Ea, señora, ya está todo. Ya le dije que
esto yo se lo hacía en un momento.
Apártese que llevamos un día de mucho
trabajo. En dos horas hemos resuelto dos casos: apertura de granja de conejos y
“pudaca” .Me
aparto y leo el papel y veo que me ha puesto Jerónima Martín de Sherry. ¡Ay,
Dios mío! ¡Otra vez no!
- Señora, que ha puesto usted Jerónima Martín de
Sherry y yo soy Amparo Martín de Sherry, no Jerónima. ¡Por Dios, por Dios! Esto es ‘pa’
hacer llorar a los cochinos.
-
Señora, ¿usted nunca se equivoca?
- Pero si tiene usted mi carnet. ¿Dónde
pone ahí Jerónima? ¡Con este papel, estoy pasando el quinario!
-
Un momento, esto se lo arreglo yo en un
momento. Yo creo que es culpa del tiempo. ¿No nota usted que huele mucho a
ozono?
-
Se va y a la media hora vuelve. El
abejorreo de la cola es cada vez mayor. La gente protesta.
-
Revíselo ahora, no sea que haya algo
incorrecto.
Lo
leo y veo que el documento que deja constancia “apud acta” parece correcto.
Cuando voy a irme, me dice, algo alterada, :
- Señora, que falta una firma. Ahora viene
mi jefa que se lo hace en un momento.
La
jefa tardó una media hora. Cuando le pide que firme el documento se irrita y
tira las llaves sobre la mesa. Por fin, me lo entregan ya cumplimentado del
todo.
Salgo
y veo al hombre de Estella del Marqués, rojo como un tomate, que está intentando arrancar el coche.
Ramírez, el municipal, se acerca: - Eso va a ser de las bujías.
Llego
al portal de la casa. Veo que las procesionarias ordenadamente han llegado ya a
la puerta del ascensor. Subo por las escaleras y entro en el piso con la
inmensa alegría de la mujer que venció a la burocracia. Son las doce en punto. Me
tomo un vinito y una tapita con mi amiga Angelita e intento olvidar la
pesadilla. Definitivamente, los papeles no me quieren. En la terraza, Gisele,
la nueva borrasca, me acaba de tirar todas las macetas. Supongo que algún día escampará. Life is waiting, la vida es esperar.
Jerez
de la Frontera, 14 de marzo del año 2018
Apártese que llevamos un día de mucho trabajo. En dos horas hemos resuelto dos casos: apertura de granja de conejos y “pudaca” .Me aparto y leo el papel y veo que me ha puesto Jerónima Martín de Sherry. ¡Ay, Dios mío! ¡Otra vez no!
ResponderEliminarBien, vamos a ver si yo me entero: ¿Usted es Fernando Martín de Sherry?
ResponderEliminar- No, mire usted, yo soy su hermana Amparo Martín de Sherry.
- Ya me parecía a mí que era usted un hombre bastante raro.
- ¿Un hombre? ¡Jesús, Jesús, Jesús! ¡Lo que me faltaba! ¡Un hombre es lo más funesto de la creación! ¡Un hombre voy a ser yo!